domingo, 8 de agosto de 2010

La Cenicienta

La Cenicienta

Erase una vez una joven muy hermosa que quedo huérfana desde muy pequeña, vivía con su madrastra una viuda muy malvada y sus dos hermanastras, una más fea que la otra . Era ella quien hacía todos los trabajos más duros de casa y como sus vestidos siempre estaban tan machados de cenizas, todos la llamaban Cenicienta.

Un día el Rey de aquel país anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaban a todas las jóvenes casaderas del reino para que su hijo el príncipe encontrata esposa.

Todas las jóvenes estaban ilusionadas incluso Cenicienta, pero la madrastra le dijo: Que ella no iría a la fiesta y que se quedaría en casa fregando el suelo y límpiando la casa.

Así llego el día del baile y Cenicienta apesadumbrada vió partir a sus hermanastras hacia el Palacio Real. Cuando se encontró sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos. ¿Por qué seré tan desgraciada?-Exclamó.

De pronto se le apareció su Hada Madrina. No te preocupes-Exclamó el Hada- Tú también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándola con su varita mágica la transformó en una maravillosa joven, también transformó una calabaza en una preciosa carroza y a unos ratoncitos en unos corceles blancos para poder ir al baile.


La llegada de Cenicienta causo una honda admiración entre los presentes al baile, el príncipe quedó cautivado con su belleza que bailó con ella toda la noche. Su hermanstras no la reconocieron y se preguntaban quien sería esa joven.

En medio de tanta felicidad Cenicienta oyó sonar el reloj del palacio las doce.


¡Oh, Dios mio! ¡Tengo que irme! -Salió corriendo entre un suspiro y bajo la escalinata perdiendo en su huida un zapato, que el Principe recogió asombrado.

Para encontrar a la bella joven, el Principe ideó un plan. Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato. Envió a sus heraldos a recorrer todo el Reino. Las doncellas se lo probaban en vano, pues no había ni una a quien le fuera bien el zapato.




Al fin llegaron a casa de Cenicienta y claro sus hermanastras se probaron el zapato y no pudieron calzarlo. Cuando Cenicienta se lo puso vieron con estupor que le entraba perfecto.

Y así el Principe se casó con la joven y vivieron muy felices.

...Fin

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